Al oriente del Edén.
Esa cara de afligido, siempre esa cara. No se si tenerte lástima o simplemente burlarme, a vos personalmente te odio; siempre intentando ser quien no sos, reo, superfluo y vulgar, una vulgaridad bastante elegante, de esa que solo pocos pueden portar. Único en tu parasitismo, siempre desambiguando con el mundo, deprimiendo a quien te roce, triste, insoportable, viviendo porque nadie te cobra por hacerlo, viviendo para ofender y lastimar. Endemoniado. Siendo quien crees que sos para destacar, para hacerse detestar. Envidia pura, débil. Fallás siempre en la manipulación, perdiste la gracia. Estorbo resonante, como el eco de una montaña, una voz que grita al vacío y es oída por primera vez a mil kilómetros de distancia. Llorás porque es lo único que te queda dentro de lo simple humano y mundano, pero nada mas, el resto se fue hace rato. Has cambiado las circunstancias, pero tu forma de ejercer el poder sigue siendo la misma. Si fuera vos me practicaría un 'harakiri ', es lo único que te queda para morir con con honor, y si no, podés esperarme a mi que nada se de agricultura ni de rendir ritos a Yahavé, pero se de ataques y mi bolso esta listo para ir al oriente del Edén y mi frente ya tiene la marca de la vida eterna.
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