martes, 12 de junio de 2012












De soles, lunas y estrellas...


Y el sol aparece a la mañana como tímido, pero resplandeciente, angustiado porque otro día tiene que alumbrar y brillar y la verdad es que ya no tienen tantas ganas ni tantas fuerzas, pero debe hacerlo, aunque a veces quiera rebelarse , pero sabe que ya no está en edad de eso y es ahí cuando piensa en pedir la jubilación , pero es demasiado joven ¿qué son cinco millones de años después de todo?. De todas maneras debe seguir con su labor de alumbrar porque es su trabajo, pero dar calor no es su trabajo. A él Dios le paga por alumbrar, no por transmitir calor, eso lo hace porque quiere, porque le da lastima ver gente con frío.
En días frescos, cuando el sol está aburrido y ve a un hombre  y a una mujer caminando a la par se esconde detrás de alguna nube e inmediatamente les quita calor, pero los sigue alumbrando de refilón, a través de una sombra porque quiere verlos, y entonces el hombre abraza a la mujer porque ella tiene frío y el sol se ríe, se pone colorado, tiembla y llora; él no tiene a quien abrazar. Muchas veces pensó en abrazar a la luna pero ella es tan fría y dura que se escapa de su calor, entonces se conforma con alumbrarla desde lejos y así por lo menos puede verla resplandecer sobre el cielo oscuro bajo el cual él se esconde y la espía con sus cómplices estrellas, cómplices de su profundo amor.

Las estrellas no necesitan del sol, para nada, brillan por si solas, son estrellas, autosuficientes y engreídas no necesitan de nadie, son maravillosas por si solas; pero la luna no, ella no brilla es opaca y dura, es tan terca que no acepta ser amada por un sol que le promete un cielo lleno de luz y calor, pero no lo quiere ni ver, lo rechaza y él insiste dándole un poco de algo que ella no quiere. Por ahí, si no esta en un buena noche, solo aparece a medias; si discute con el sol se escapa y ni siquiera deja que unos pocos rayos de luz la rocen y ahí sufrimos nosotros, siempre pagamos nosotros sus peleas, porque entonces esos días no tenemos ni sol ni luna en el cielo nocturno, solo estrellas que pasan a ser nada sin la presencia inminente de la luna y no es por despreciarlas, pero es que las estrellas son millones y son todas iguales, luna hay una sola. De cualquier manera a las estrellas no les importa, son muy egocéntricas, y discuten al son de palabras agresivas y poco modestas su ausencia:

- Me da gracia que exagere tanto su soledad. Comenta alguna.
- Es cierto, ya no hay lugar para ella aquí, ¿para que estamos nosotras?. Responde otra.
- Estoy segura de que si nos acercamos un poco mas podemos dar más luz que treinta lunas juntas. Dice humildemente una mas.

Se creen muy importantes, para ellas un cielo sin estrellas no seria el mismo, seria aburrido, como una hoja negra con un punto blanco, ¿suena aburrido no? un cielo sin luna puede pasar pero un cielo sin estrellas sería un caos. No se, yo solo espero que el sol alguna vez me vea caminando con él y me de sombra, así puedo tener frío y así lograr que a él le apene mi temblequeo y me abrace, y de paso, que la luna se enternezca mirando desde alguna punta y se enamore del sol, y le den ganas de sentir calor, las mismas ganas de sentir el calor de mi amado que me dan a mi...

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